Dra. Claudia Barrera Renault
Médico Psiquiatra y Gerenta General Grupo Cetep
Luego de un mes de movilizaciones vale la pena recordar que el día 18 de octubre la gente salió a la calle a pedir dignidad. Mucha agua ha pasado bajo el puente desde esa fecha. La presión social ha logrado destrabar reformas de leyes e incluso llegar a un acuerdo de reforma de la constitución.
Sin embargo, la percepción de vulneración de dignidad sigue presente en la población tan intensa como antes, ligada en parte a la lentitud de los procesos legislativos y a la falta de representatividad de los legisladores; pero principalmente a las vulneraciones de los derechos humanos por parte de organismos del estado, como uso de balines a pesar de su suspensión, agresiones sexuales, interferencia con las entidades que brindan primeros auxilios en las marchas, entre otros. Todas las imágenes de esas situaciones están diariamente en nuestros teléfonos, podemos ver su registro gráfico, podemos corroborar sus fuentes; y alimentan día a día la percepción de grave vulneración de la dignidad de la población.
A esto se suman frases de autoridades que son percibidas como indignantes por las personas: “Nuestro sistema de salud es uno de los mejores y más eficientes del planeta”, “No he visto a nadie en la Plaza Italia con una bandera que diga ´pensiones dignas´ o ´no al CAE”, “…Cuando el tratamiento al cáncer se hace con quimioterapia se matan células buenas y malas, porque es el riesgo cuando se usan armas de fuego”. Estas frases intensifican peligrosamente -igual como sucedió antes del estallido social- la sensación de vulneración de la dignidad de las personas.
Además de perpetuar el conflicto indefinidamente, ¿Qué consecuencias está provocando en la Salud Mental de nuestro país esta aguda y repetida percepción de pérdida de dignidad? Existe amplia evidencia científica de que la percepción de pérdida de dignidad se relaciona con Trastornos de Ansiedad, Estrés Post-Traumático, Trastornos Depresivos, Trastornos por abuso de Alcohol y Drogas, entre otros. Si la Salud Mental de nuestro país estaba en crisis desde hace ya un tiempo, ahora probablemente será uno de nuestros mayores desafíos en la construcción de la nueva normalidad.
Crédito Foto: EFE